miércoles, 19 de febrero de 2014

Racismo y barras de bar

Que tendrán los bares que parecen a veces el espejo del alma. Un espejo que solo refleja el lado más oscuro de este y de donde solo salen miserias. Ayer,  en uno de estos bares había varias personas; un cliente, el camarero y una pareja de guardias civiles.
Ante la noticia de la tragedia que ha costado la vida a 15 inmigrantes subsaharianos, me llamo la atención las reflexiones que salían por sus bocas (digo esto porque hay expresiones y reflexiones que solo las articulas la boca, y no también el cerebro, como sería de esperar).
El cliente, apoyado en la barra expone: “¿porque tenemos que aguantar toda la mierda y la gentuza que entra en España?, na más que moros y rumanos”… entre otras sandeces.
El camarero, en un alarde de “agrado forzado” dice; “ ¿tú sabes cómo se solucionaba eso?. poniendo en la valla una metralleta (concretamente un modelo en particular, pero reconozco que no estoy muy puesto en tipologías armamentísticas). Por supuesto, seguido de una ristra de carcajada.
Uno de los guardias civiles afirma: “ es que, hagamos lo que hagamos, nunca está bien”.
En fin, decía Emil Durkhein que los comportamientos de los individuos cuando están en grupo, no son de elaboración propia, él los llamaba “hechos sociales”. Y esta es mi esperanza, que ciertas formas de comportamiento no obedecen a reflexiones elaboradas, si no a algún tipo de instinto de estupidez propios de los hombre cuando están en grupo. Como cuando, y otra vez en una conversación de barres, entre hombres, ante el asesinato de una mujer a manos de un hombre alguno de estos “contertulios” siempre apostilla: “ algo habrá hecho”. Y los demás ríen.
Uno se pregunta, como es posible que en sociedades avanzadas como la francesa o la suiza, puedan aflorar sentimientos racistas y xenófobos. Pues aquí tenemos la respuesta. Estos sentimientos están en el subconsciente colectivo, y son producto de la carencia de cultura de la falta de educación y de la inexistencia de una consciencia social. Y es una realidad que estos sentimientos existen en nuestra sociedad, solo hay que promover las condiciones necesarias para que estos afloren.
No merecería la pena hacerles entender a estas “personas” por qué están equivocados y cuál es el origen de su error. Pero no creo que a quien es capaz de pensar de semejante manera le quede intelecto para el entendimiento.
Sin embargo, a un agente del orden se le presupone algo más que intelecto. Y debería de entender que no se equivocan hagan lo que hagan, porque no creo que nadie piense que se equivocan cuando se sacrifican por los demás todos los días en las carreteras y en las calles. Pero cuando disparan pelotas de gomas hacia seres humanos indefensos que pretenden llegar a nado a una orilla cansados y exhaustos, provocando que estos se ahoguen, como ha ocurrido, esto, si está mal, y se equivocáis al defender este comportamiento.
El problema aquí es más complejo de lo que parece, ya que no creo que estemos hablando de racismo como tal. El racismo hace referencia a la raza; el color distinto de la piel, la cultura diferente, las creencias diferentes, etc. Pero aquí la cuestión es más económica. A este racismo lo mueve la lógica capitalista. Una lógica economicista por la cual, un ser humano pasa de ser ciudadano a ser un excluido social dependiendo de su renta. Y por la misma razón, un magrebí deja de ser un “moro” cuando se pasea por las calles de Puerto Banus, o un africano deja de ser un “negro” cuando en vez de vender pañuelos en los semáforos, mete goles jugando al futbol.


sábado, 21 de diciembre de 2013

El derecho a decidir y la lucha de clases





Reformar la Ley del aborto va mucho  mas allá de satisfacer las pretensiones "morales" de  los sectores ultra conservadores y católicos de la derecha y de la Iglesia española.
Responde a una ideología con un fundamento más materialista y no tan espiritual como se pueda pretender. Cuando se limitar el derecho a decidir de la mujer, a decidir libremente el ser o no ser madre, no se hace para garantizar el derecho a la vida del no nacido, sino con objeto de cercenar las libertades de las mujeres que pertenecen a una cierta clase social. A una clase social a la que se le ha obligado a prescindir de todos los derechos sociales alcanzados, privada del derecho al trabajo digno, privada al derecho a la vivienda, condenada al trabajo precario hasta su vejez y lastrada a pagar los excesos de un capitalismo feroz que ha convertido sus privilegios en las necesidades de la clase trabajadora, trasladandole en exclusividad los costes de las crisis que éste provoca.
Limitar el derecho al aborto solo servirá para obligar a las mujeres con pocos recursos a tener que costearse el aborto en clínicas ilegales, poniendo en juego su vida con ello, y a las mujeres sin recursos las forzara a un mayor empeoramiento se su situación socio económica al obligarlas a tener hijos para los que no están preparadas ni moral, ni social ni económicamente, ya que en ninguno de los supuesto de la reforma, la situación económica es motivo de aprobación.
Sin embargo, para la mujer con una situación económica prospera, suficiente como para permitirle cierto "nivel de moralidad", le va a ser muy fácil decidir el ser madre o no. Es por eso por lo que la cuestión del aborto se traslada al ámbito de lo económico y no de lo moral, en otro claro ejemplo de lucha de clases en las que las protagonistas son en exclusividad las mujeres.
Con esta reforma, se retrotrae a la mujer a condiciones propias del siglo pasado; postergadas a la actividad domestica y obligadas de nuevo a la maternidad, al servicio de la casa, los hijos y el hombre.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Convención Política del PSOE; Una Convención que no convence




Convención Política del PSOE;

Una Convención que no convence




El PSOE anda enfrascado, como  de vez en cuando, en lavados de caras y cambios de vestuarios. Algo habitual en este partido cada vez que se sumerge voluntariamente en uno de esos pozos sin fondo plegándose ante la “impotencia” a la que “la realidad” (la que ellos y el resto de la derecha recurren cuando se niegan a cambiar las cosas) le obliga.
“Vuelta a los orígenes, contacto con la calle y unidad de partido” como reivindicación para salir de ese pozo. Pero, ¿Qué significa la vuelta a los orígenes? Volver tal vez a la ideología anterior al XXVIII Congreso, recuperar el ideal socialista republicano…me temo que no. Como se puede reivindicar el contacto con la calle, cuando la mayoría de los líderes abandonaron o no apoyaron ninguna de las manifestaciones durante el periodo Zapatero. En cuanto a la unidad de partido, solo hay que mirar cómo está el patio para darse cuenta de cuál es la realidad; la de un líder que se desvanece por momentos, con menos valoración por los ciudadanos que el propio Rajoy, y un PSC con una visión territorial de España propia y ajena a la oficial del PSOE. Varones en constante contradicción con su “rey”
DESIGUALDAD es el lema, como objetivo en esta convención política. A buenas horas….que diría aquel. Darse cuenta a estas alturas de la película que la lucha por la desigualdad es fundamental para conseguir una justicia social resulta un poco insultante, sobre todo para miles de socialistas que han visto mermados sus derechos “gracias” a aquella genial idea de obligar al pago de la deuda por encima de cualquier otro interés, mediante la modificación del art.135 de la Constitución. Una medida que acabara acrecentando la desigualdad ya que los costes del pago de la deuda siempre se cargaran sobre las espaldas de los más débiles.
Este es una convención  a lo “gato negro”… que todo cambie para que nada cambie. Los temas fundamentales, los que preocupan a los miles de socialistas desencantados ni siquiera se abordan, el republicanismo amparado por la mayoría de las bases (según las encuestas), la excesiva corrupción institucionalizada en gobiernos de larga permanecía,  la cuestión territorial o la falta de liderazgo dentro del  partido.
El PSOE ignora los motivos de desafección del votante. La falta de una política amparada en una ideología clara de izquierda es el  principal motivo de la pérdida de votos. Un excesivo corporativismo por parte de los barones del partido han convertido al PSOE en un partido cartelista, ambiguo políticamente,  encerrado en sus propios intereses partidistas y con unos contornos tan desdibujados que apenas son matices los que lo separan del PP.
Cuando Ramón Jáuregui  admite que “no se pudo hacer otra cosa”, refiriéndose al giro en al política económica de Zapatero en agosto de 2010, genera una  percepción en el ciudadano de izquierdas de que esta ante el mismo partido político cuando lo compara con el PP. El ciudadano ya  no encuentra diferencia alguna en la política que practican los partidos del “régimen de la transición”; acatamiento total y sumisión incondicional a los designios neoliberales de la Troika, imposición de medidas de socialización de las pérdidas que el capitalismo neoconservador provoca en cada una de sus crisis, la defensa de una monarquía de tradición franquista y la falta de decisión ante una iglesia reaccionaria que continua con esa tradición de dominación política y social.
Ni ruido ni nueces, me temo que esta convención pase desapercibido para la mayoría social socialista y solo sea un logro de unidad y revitalización del partido para el “socialismo mediático”. El PSOE necesita algo más que una cara nueva volviendo a decir, una vez más, “nos hemos equivocado”. No está mal reconocerlo desde luego, eso siempre es el principio. Pero al igual que ni la  cirugía estética puede cambiar el interior de una persona, un partido que dejo hace tiempo de ser socialista, lo va a volver a ser solo redibujando la rosa de su insignia.


domingo, 27 de octubre de 2013

La doctrina Parot o el Estado de Derecho

                                               
  La doctrina Parot o el Estado de Derecho

Resulta complicado abordar con sensatez y desde un criterio racional todo lo relacionado con la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, por la que se declara ilegal la doctrina Parot,  sin el temor de menospreciar a las víctimas. Es por eso por lo que se acaba contentando a estas últimas pasando de puntillas y con sigilo por el lado de la ley y del derecho internacional
Para  ciertos grupos de opinión; políticos, periodistas y analistas, les es más fácil y como no, más productivo también,  caer en el populismo a costa de sacrificar la coherencia más elemental. Y me refiero a la aptitud de algunos dirigentes políticos que se contradicen a ellos mismo como políticos y al Estado de Derecho al criticar la sentencia del Tribunal de  Estrasburgo, cuando lo coherente seria hacer pedagogía con el ciudadano haciéndole entender que el concepto de “imperio de la ley” como fundamento del Estado de Derecho nos asiste a todos por igual. Hacer entender al ciudadano que el derecho internacional, al que estamos sujetos y al que representa el Tribunal de Estrasburgo, es lo que nos garantiza a la ciudadanía la aplicación de la justicia en el marco internacional y preserva las leyes que garantizan los Derechos Humanos. En definitiva, hacerles ver a los ciudadanos y en especial a las víctimas, que el culpable de este desaguisado no ha sido Estrasburgo, sino el Gobierno, tanto el actual como el anterior, con su decisión de  usurpar el principio constitucional de irretroactividad de la ley y ocultar su ineptitud con el propósito de satisfacer a las víctimas.
La imagen del ministro de justicia o el de interior, cabizbajo,  disculpándose ante un sector de las víctimas y de la ciudadanía, pidiendo perdón por no poder vulnerar el elemental principio de irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables , incluido en el artículo 9 de nuestra Constitución, y principio fundamental del derecho internacional, resulta como poco, patético e insultante.
Menospreciar el Derecho Internacional, cuestionar al Tribunal de Derechos Humanos, al mismo tribunal, por cierto, que ratifico la sentencia del Constitucional de declarar ilegal al entorno político de ETA
Tal vez, lo lógico y también lo coherente, hubiese sido explicar porque tuvieron que pasar  más de treinta años de terror y asesinatos de ETA para que se decidiera a cambiar el Código Penal, y ampliar con ello el máximo de prisión permitido. Pero, claro, se verían en la tesitura de explicar por qué durante todos estos años la lucha antiterrorista estuvo más vinculada a estrategias basadas más en intereses políticos que en acabar con el terrorismo.
Y ni que decir tiene que, hubiese sido deseable observar el mismo recelo y protección que muestra este Gobierno hacia las víctimas de ETA que hacia las del franquismo, estas a las que lejos de hacer “juegos malabares” con la ley para protegerlas, directamente se las ignoran, a la ley y las víctimas.
Pero no se puede abordar esta cuestión sin entrar el fondo de la misma. Y el fondo radica en qué concepto de castigo queremos. ¿Es la reinserción el fin de cualquier pena (art.25 CE) o lo que buscamos es la venganza?  ¿Qué castigo o cual sería el número de años de condena que satisfacerían nuestras consciencias? ¿Y la de la víctima? La terrorista Inés del Rio ha pasado en prisión veinte tres  años. Si no se hubiese derogado la doctrina Parot, hubiese salido siete años más tarde, cumplimento el máximo permitido que es de treinta años. ¿Se hubiesen dado por satisfecho las víctimas? ¿Qué estaríamos pidiendo entonces?
Nadie se puede colocar en el lugar de las víctimas. Podemos entender, compartir o incluso participar de su dolor. La diferencia radica en que a los demás, el dolor, la pena y el recuerdo nos dura lo que la noticia dura. Pero para una víctima el dolor es eterno. ¿Cuál es el principio que ha de regular el derecho?, ¿el dolor? O la razón.
Flaco favor a la justicia y a la sociedad en general hace el político que menosprecia el derecho y la ley en pro de un populismo por el que no dudara en utilizar a las víctimas como instrumento del interés partidista en algunos momentos y el menosprecio más absoluto en otros.

La manipulación constante que se hace de las víctimas y de sus sentimientos por parte de la derecha española, otorgándose el patrimonio absoluto del dolor y del reconocimiento de las víctimas, daña nuestra democracia, nuestro Estado de derecho y por supuesto menosprecia el dolor de las víctimas.